domingo, 13 de junio de 2010

Déjate de cuentos

Articulo copiado de la bitácora del maestro Miguel Ángel Santos Guerra

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Me gustaría tener a mi lado mientras escribo a mi querido amigo Paco Abril. Es el mejor cuentacuentos que conozco y uno de los mejores “escribecuentos”. Él me ha explicado muchas veces que los cuentos son la sustancia de la vida. Ha escrito que “los cuentos se dirigen al oído emocional de los niños y de las niñas. Les llegan a lo más profundo de sí mismos, a diferencia de los discursos moralistas de sus mayores, a los que se van haciendo, con el tiempo, más y más impermeables”. Pero, precisamente por su enorme poder educativo, hay que estar prevenidos de sus peligros. Rosetta Forner ha escrito un libro que se titula “Déjate de cuentos”. En él se plantea la interesante cuestión de cómo los cuentos clásicos abordan la relación entre los sexos. ¿Dé qué hablan, qué moralejas tienen, qué papel desempeñan en ellos las mujeres? La autora va recorriendo los cuentos tradicionales que han alimentado nuestra infancia y va haciendo visible la tremenda carga sexista que encierran a través de versiones en las que ella aporta una visión feminista. ¿Por qué Cenicienta, por ejemplo, se resigna a ser maltratada por su madrastra? ¿Por qué acepta ser la sirvienta de sus cínicas hermanas? ¿Por qué tiene que aceptar que una carroza la lleve a la fiesta pudiendo desplazarse por sus propios medios?…La Cenicienta tiene que mostrarse atractiva para el Príncipe, lo tiene que conquistar, tiene que aparecer ante él de tal forma que le pueda gustar. ¿Por qué? Respecto a Caperucita Roja se pregunta la autora: “Acaso era tonta Caperucita o nos la han querido pintar así, desvalida y alelada, infantil y crédula para que pensásemos que todas las niñas del mundo son presa fácil del lobo?”. Respecto a la abuela dice que bien podría haber sido una abuela resuelta, valiente y de rompe y rasga, una que le hubiese plantado cara al lobo feroz. Pero no. No era una abuela así. ¿Por qué Bella Durmiente sólo puede ser rescatada del sueño por el beso de un Príncipe? ¿Por qué ha de esperar dormida la llegada del Príncipe salvador? ¿Nunca salva la mujer a los hombres? Rosetta Forner le da la vuelta a los cuentos tradicionales y escribe sobre los conocidos relatos otros de corte diferente en los que las niñas son de otro modo, desempeñan otros papeles y tienen otras actitudes. En todos los cuentos la mujer se ha de mostrar atractiva y ha de ser hermosa para conquistar la aceptación y el enamoramiento. Es la tiranía de la belleza. De ahí la esclavitud del acicalamiento. De ahí esta obsesiva búsqueda de la delgadez. De ahí la persecución incesante de la moda. De ahí tantas operaciones de cirugía y tantos casos de anorexia. La mujer puede buscar verse bien a sí misma. Es estupendo que sea así. Pero no por sometimiento, por sumisión y por el único deseo de agradar, de satisfacer el deseo de los hombres. Invito a que el lector o lectora se ejercite en analizar los comportamientos, las palabras y las actitudes. En definitiva, todo lo que piensa, dice o hace para descubrir las pautas sexistas que, muchas veces de forma inconsciente, lo penetra. Todo. Se trata de ponerse las gafas del feminismo para analizar la realidad de forma rigurosa ye inteligente. Todo tiene importancia en esta cuestión. Todo tiene unas consecuencias fatales. Nadie piensa que un copo de nieve tenga peso suficiente para vencer una rama y partirla, Lo cierto es que, a fuerza de nevar, a fuerza de que caigan copos y más copos, hay uno que rompe la rama. ¿Por qué no pensar que el copo de nieve, de peso casi imperceptible, de ese gesto sexista es precisamente el que hunde el cuchillo en el corazón de una mujer? Los personajes de los cuentos actúan como estereotipos modélicos sobre la psicología de los niños y de las niñas. Los héroes se convierten en ejemplo que seguir y se debe seguir y las actitudes que encarnan en conductas que se deben imitar. Comencé a redactar este artículo en un vuelo aéreo de Málaga a Madrid. Las librerías tienen para mí un imán que me arrastra sin remedio. Así que, al llegar al aeropuerto de Barajas me dirigí, llevado por ese irrefrenable impulso, a la librería donde imagino que los libros me esperan con sus brazos abiertos. Y me encontré con un cuento de Munila López Salamero, prologado por Maruja Torres, que se titula, no de forma ingenua, “La Caperucita que no quería comer perdices”. Tiene unas magníficas ilustraciones de Myriam Cameros Sierra. Dice Maruja Torres en su hermoso prólogo: “”Nuestra Cenicienta sin ceniza en la frente y con la cabeza muy alta, nos avisa de que cada generación, cada mujer, tiene que volver a empezar. Porque, a la que se descuida, los tacones altos, ese regalo envenenado, la conducen a un camino de espinas. La ponen a cocinar perdices para cualquier príncipe titular o secundario. Y puede acabar no reconociéndose , no sabiendo cómo llorar sus vidas impuestas, cómo vaciarse de los mandamientos, cómo deshacerse dl sometimiento”. La autora del texto cuenta, al final, cómo surgió la idea de escribirlo. Dice que desde hace siglos y siglos las mujeres han sido bombardeadas por el mensaje “se casaron, fueron felices y comieron perdices” y que unos pocos años de feminismo no protegen de la presión que ejercen películas, anuncios, libros y, sobre todo “cuentos que nos contaron de pequeñas y que siguen impunes en el mercado”. Un grupo de mujeres contra la violencia de género del barrio de Horta (Barcelona) le pide a Munila que escriba un cuento que cuestione la filosofía machista de los cuentos tradicionales ya que consideraban que las mujeres habían sido víctimas de un mensaje atroz. Y así surgió la idea de escribir “La cenicienta que no quería comer perdices” cuyo mensaje es, en palabras de la autora, “quiérete a ti misma”. Dice Maruja Torres que este libro, que contiene verdades como puños”, debería ser lectura obligada en los colegios. Mientras llega ese momento, yo lo recomiendo a los lectores y lectoras de este artículo. Que aproveche.

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